El pingüino Adelia (Pygoscelis adeliae), es una de las dos únicas especies de pingüinos que habitan el continente ártico, incuban sus huevos a cielo abierto en nidos de piedra para elevarlos y protegerlos del hielo que poco a poco se derrite, por esta razón en una colonia de medio millón de pingüinos, las mejores piedras son muy apreciadas.

Durante el cortejo, los machos depositan una piedrita frente a la hembra como una invitación a ser su compañera, si ella la acepta, esta pareja se mantendrá por muchos años hasta que alguno de los dos no logre llegar a su nido, hazaña que cada año cobra muchas vidas al obligarles a nadar miles de kilómetros para llegar al mismo lugar donde alguien ya les espera.

Estas rocas están talladas a mano por artesanos hidalguenses, además sirven para dar masaje (de piedras calientes), y al tratarse de obsidiana dorada cuentan con importantes propiedades. Son un excelente regalo.

La obsidiana dorada ha sido utilizada desde tiempos inmemoriales por indios mexicas para tallar objetos rituales y representaciones de sus dioses. Su profundo color negro encierra maravillosos reflejos dorados en contraste con la luz como muestra de su originalidad. En sanación con cristales, éste es uno de los minerales negros más valorados, ya que ejerce un poder energético de protección totalmente equilibrador por su combinación y fusión con la vibración dorada, además, proporciona gran poder reparador y protector a nivel áurico, y sigue siendo utilizando en rituales de petición, canalización y sanación. Es un escudo protector ante cualquier energía perniciosa si se lleva como colgante sobre la piel. Para su limpieza y purificación se recomienda sumergir la piedra periódicamente en agua y sal durante unos minutos, y posteriormente aplicar unas gotas de aceite de oliva por toda su superficie.

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